La iluminación es fundamental en decoración. Es ese elemento que hace que las estancias sean más acogedoras, que nos da la luz que necesitamos para tareas cotidianas y que amplía visualmente los espacios. Para conseguir una iluminación perfecta hay muchos recursos: apliques, plafones, focos, lámparas de techo y lámparas de mesa o de pie.
Es en estas últimas en las que nos vamos a fijar. Las lámparas de pie tienen muchas ventajas, entre ellas que se pueden mover de un lugar a otro y que tienen mucha presencia, por lo que pueden convertirse en un elemento fundamental en la decoración de casa. ¿Pero cómo elegirlas? ¿Cuál es mejor para nuestro salón o para el dormitorio? Vamos a dar algunas claves.
Lo primero: fijarse en el estilo decorativo
Será el estilo de la estancia el que dará la primera de las claves a la hora de elegir la lámpara de pie. Si es minimalista, clásico o nórdico, la lámpara debe ir en consonancia. Es cierto que hay estilos que se prestan a la posibilidad de crear ciertos contrastes, pero si tienes dudas de cuál será el efecto, lo mejor es no arriesgar.
Hay lámparas de pie de diseños sencillos, eso sí, que combinan bien con muchos estilos diferentes. Hay que intentar, al menos, que materiales y colores encajen bien en la estancia. No te fijes solo en el pie, ten en cuenta que la pantalla es lo que más destaca, por lo que es importante elegir con cuidado.
El tamaño de la lámpara de pie
Es otro aspecto fundamental a la hora de elegir la mejor lámpara. El lugar en el que se va a colocar es clave. La lámpara de pie es un elemento decorativo importante que puede dar relevancia a un rincón algo soso. En ese caso, se puede elegir un modelo de mayor porte y presencia, incluso escultural, si la estancia en la que se va a colocar es amplia.
Al contrario, si se trata de una estancia algo sobrecargada de mobiliario o de dimensiones pequeñas, una lámpara de pie grande no tendrá sentido. En ese caso será mucho mejor apostar por diseños más ligeros y sencillos. Y siempre hay que pensar en los elementos que rodean a esa lámpara de pie, puesto que su tamaño debe guardar unas ciertas proporciones con respecto a ellos.
El lugar y función de la lámpara de pie
La ubicación es importante porque en muchos casos determina la función que tendrá esa lámpara: decorativa o funcional. Y esto, a su vez, va a condicionar aspectos como el tipo de luz o el diseño de la lámpara. Estas son elementos muy versátiles, por lo que se pueden colocar en casi cualquier rincón de la casa:
- En el salón, una lámpara de pie se puede colocar junto al sofá para complementar la luz principal o para aportar una iluminación tenue e íntima. Para darle protagonismo, lo ideal es escoger modelos con pantallas vistosas. Y, en cuanto al tipo de luz, mejor cálida.
- En el caso de la zona de comedor, si no hay un punto de luz en el techo, lámparas de pie de grandes brazos que llevan el foco hasta la mesa son una solución perfecta y muy decorativa. No conviene que la pantalla o el foco sean demasiado grandes, aunque siempre hay que pensar en las dimensiones de la mesa.
- En el dormitorio, las lámparas de pie pueden sustituir sin problemas a las de la mesilla o el cabecero. En ese caso, conviene elegir modelos sencillos, ligeros a nivel visual y con luces orientables, regulables y cálidas.
- En un rincón de lectura o de trabajo, la lámpara de pie puede convertirse en un accesorio imprescindible, lo ideal es escoger algún modelo con focos orientables y luces regulables. Si tiene brazos extensible será aún más práctica, ya que se puede llevar la luz allá donde más se necesita. En despachos, por otra parte, tienen la ventaja de que permiten dejar la mesa despejada y ganar así espacio de trabajo. En cualquier caso, es mejor optar por luces blancas.
- En recibidores, pasillos y zonas de paso, las lámparas de pie son muy versátiles. En diseños minimalistas apenas ocupan y darán luz a esos lugares a veces oscuros. y, con un modelo de diseño, no se necesitará más para decorar ese espacio.
Un último apunte: incluso en modelos sencillos, las lámparas de pie suelen tener mucha presencia, por ello, el consejo es poner solo una. Solo en estancias muy amplias te puedes permitir el lujo de jugar con dos sin que el resultado sea en exceso recargado.