Los combustibles fósiles además de acelerar el cambio climático, huelen a dinero, pero evidentemente también mantiene una altísima cuota de muerte como contraparte. Este es el precio que muchos tienen que pagar por el simple hecho de trabajar o de vivir en las cercanías de las refinerías o de las instalaciones de procesamiento para este tipo de energía, que aún se mantiene como la de mayor uso en la actualidad a nivel mundial.
Las enfermedades son el pan nuestro de cada día para todos aquellos que interactúan con estos compuestos químicos que llamamos energía y es que se ha determinado que aunque el radio de acción del cambio climático afecta a todo el mundo, el de las enfermedades directas sobrepasa los 40 kilómetros a la redonda tomando como epicentro a las industrias donde se refinan y producen estos combustibles fósiles o donde mediante ellos se consigue energía eléctrica.
El cambio climático y las energías fósiles: asesinos seriales
Todos a nivel mundial luchan y abogan por un nuevo rumbo que pueda modificar el inminente cambio climático que sin dudas ya ha comenzado, pero muy pocos abogan por establecer una correcta sinceridad con respecto a las muertes directas e indirectas producidas por este incesante bombardeo a la salud general de cada uno de los individuos que hacen vida en las zonas cercanas a estas industrias productoras, generadoras y transformadoras de energía.
El mundo se dirige hacia un destino oscuro donde las personas están completamente engañadas, adoptado el uso del reciclaje, de las bombillas LED, de una dieta vegana y del uso de ropa usada con la firme intención de contrarrestar los efectos del cambio climático. ¿Pero quiénes han enseñado este tipo de recetas? Evidentemente los mismos líderes que apoyan a las multinacionales, de allí que sea posible asegurar que se necesita un cambio de líderes y no de bombillas.
Y es que estos tiempos de cambio climático han demostrado que mientras unos construyen muros y defensas (una clara alusión a todas aquellas multinacionales y a los grandes que dominan el negocio mundial de los combustibles fósiles), otros simplemente construyen molinos de viento. Y es que la construcción de molinos ofrece la solución gracias a que utiliza un recurso limpio e inagotable como el viento que golpea nuestra cara a diario y en el sol que todas las mañanas hace posible los amaneceres.
Un cambio climático que afecta a los más pobres
El mar se ha convertido literalmente en una sopa de plástico donde cada vez son más números y grandes los barcos, mientras que los peces son menos y más pequeños. Una constante de destrucción masiva que no tiene límites y que ha logrado una tasa de deforestación de unos 30 campos de futbol cada minuto.
Esto en general crea las condiciones perfectas para que los microbios y las bacterias se hagan poderosos, mientras las plagas aumentan desmedidamente producto de toda esta debacle que se suma a una mala alimentación por la pobreza y por el uso indiscriminado de químicos.
Una justicia climática que se lleva la vida de 7 millones prematuramente por año debido a la contaminación del aire (mismo aire que recientemente ha sido declarado por la ONU como un derecho humano fundamental) y una pandemia de cáncer que sin dudas se convertirá en la enfermedad de mayor letalidad de este siglo si no se toman los respectivos y necesarios correctivos.
La humanidad y en general todo el planeta tierra, incluidos sus habitantes, se han enfrentado a lo largo de la historia a hambrunas, guerras, pandemias y desastres naturales de grandes magnitudes, pero en estos momentos la guerra Rusia – Ucrania y la crisis energética podrían desencadenar un conflicto nuclear y esto sin embargo palidece ante el problema del cambio climático al que la humanidad se dirige y que sin dudas se presenta como la mayor crisis vista por la humanidad.