¿Eres un apasionado del cultivo de preciosas plantas y flores para tener tu jardín siempre perfecto? ¡No lo dudamos! Por eso hoy te vamos a contar cómo germinar semillas de limón para que en un futuro puedas tener este precioso árbol en tu lista de plantas cuidadas y disfrutadas. El limón es un fruto que aunque tiene origen asiático, se produce principalmente en países de mucho sol como España, Italia y en el estado de California en Estados Unidos. Si nos lees desde España… ¡Tendrás las condiciones perfectas para cultivarlo!
Todos usamos el limón en alguna receta, pero también es un ingrediente increíble para tratar algunos problemas de la salud. Debido a su enorme cantidad de vitamina C es perfecto para mantener nuestro sistema inmunológico siempre sano, y por ello se suele usar como remedio para una gripe, por ejemplo. Todo lo que debes hacer para poder tener un limonero en un futuro es aprender a germinar semillas de limón, y aquí vamos a contártelo todo.
Paso a paso para germinar semillas de limón
Germinar semillas de limón es una actividad mucho más sencilla que la que hay que llevar a cabo para germinar otras plantas. Por ejemplo la manzana o la pera llevan un proceso que no es tan difícil, pero si muchísimo más largo. Con el limón no sucede esto y por tanto vamos a explicarte cómo hacerlo y empezar cuánto antes el proceso de tener un precioso limonero en tu jardín.
Estos son los pasos que tienes que llevar a cabo para germinar las semillas de un limón de tu casa cuanto antes:
- En primer lugar debes abrir el limón, sobre todo cuando vayas a utilizarlo para alguna receta. Le sacas las pepitas blancas de dentro, que además se sacan habitualmente para no encontrarlas en la comida. Las lavas bien y las dejas secar al menos una hora para que se queden perfectas, sin restos de limón.
- Después de esto debes de sumergirlas en un bowl con agua, y allí van a tener que estar tres horas. Todo esto se hace para poder seleccionar las semillas que valen para ser cultivadas y las que no. Cuando pasen estas tres horas, verás que algunas semillas se han quedado en el fondo del bowl y otras se han quedado flotando en la superficie del agua. Estas segundas debes descartarlas, y quedarte con las que han quedado sumergidas.
- Después debes de secarlas muy bien y ya es el momento de ponerlas en la tierra. Selecciona una maceta y llénala aproximadamente un 75% de sustrato. Después coloca las semillas allí, pero déjalas semienterradas. La mitad enterrada pero aún así que se vea una parte de la semilla de limón.
- Después de eso debes ponerle por encima grava, y ahora si, cubrirlas del todo. Lo riegas y ya puedes quedarte esperando a que los primeros brotes salgan para convertirse en un futuro limonero.
- Durante estos 15 días la maceta debe estar en un lugar donde haya luz natural, pero que no haya sol directo para que no se sequen. Verás que los tallos empiezan a emerger de la tierra, y todavía tendrás que esperar a que crezcan unos quince centímetros para cambiarlos a macetas individuales y empezar a cosechar el limonero.
También hay muchas personas que germinan las semillas del limón en agua. Esto consiste simplemente en dejarlas 15 días en lugar de enterradas en una maceta, en un recipiente con agua y cubiertas con papel film, guardadas en un sitio donde la luz solar no les de directas. Allí empezarás a ver cómo han germinado las semillas y después podrás plantarlas en una maceta.
Ambos métodos son sencillos, aunque hay personas que dicen que con el segundo el crecimiento del limonero es más rápido al principio. No obstante es más fácil que las semillas se estropeen y también hay otras personas que prefieren el primer método.
¿Qué otras cosas debes saber una vez empieces a cultivar el limonero?
Una vez la planta del limón haya crecido en la maceta conjunta unos quince o veinte centímetros, podrás traspasarlo a diferentes macetas para que ya crezcan de manera individual.
En ese momento tendrás que darles un lugar en tu jardín, o en tu terraza o balcón donde tengan unas buenas horas de sol. Una vez crecidas pueden estar tanto en un lugar con sol directo, como con luz solar general pero no directa. También debes regarlas a menudo, sobre todo al principio, para asegurarte de que la tierra esté de forma permanente húmeda, aunque nunca encharcada.