Los riesgos siempre están presentes en los instrumentos financieros y las hipotecas en sus diversas modalidades no escapan a esta afirmación, las entidades bancarias al igual que las personas que contratan hipotecas de vivienda en cualquiera de sus diversas modalidades están al tanto de que existen las llamadas burbujas financieras y otros peligros latentes asechando en el mundo del sector inmobiliario y de la vivienda, siendo capaces de generar una gran inquietud.
La mente humana en la mayoría de los casos olvida los sucesos traumáticos del pasado, y esto genera la posibilidad de caer nuevamente en los mismos errores. En el ámbito financiero este drama es repetitivo y periódico. Por lo que estudios han demostrado que las hipotecas fijas de vivienda tienen un potencial riesgo oculto, con el suficiente poder de ser capaces de desencadenar la próxima crisis económica.
El peligro de las hipotecas de vivienda de interés fijo
El último desliz que desemboco en una crisis financiera de tamaño descomunal fue hace ya 13 años, con recuerdos aterradores para los inversionistas y en general para todos los que de una u otra manera tenían algún vínculo con las actividades financieras a nivel global y donde el sistema capitalista occidental se salvó por poco. Hoy día las economías parecen recuperadas, a pesar de la aguda crisis energética y del conflicto ucraniano, que posiblemente afectaron solo a Europa.
Pero existe un trasfondo que pocos conocen y es la inmensa deuda pública que se ha estado emitiendo por los diversos estados y gobiernos y que al no ser requerida por ninguna institución financiera tiene que ser asumida por el Banco Central Europeo (BCE). Operaciones que no deberían tener problemas, con la salvedad que se están llevando a cabo con dinero inventado y que hasta hace poco era un dinero que no estaba produciendo inflación.
El público cambio su gusto hacia las hipotecas de vivienda
Además de lo antes expresado, el mercado actual está experimentando un fenómeno que viene sucediendo e incrementándose desde hace algunos años y que en principio represento un excelente empuje para la economía financiera. Se trata de que los contratantes particulares estén cambiando sus hábitos relacionados con la contratación de las hipotecas de viviendas, generando endeudamientos del tipo fijo y desestimando los de tipo variable.
Si se considera que las primeras son más caras que las segundas, pero con la garantía de tener una cuota fija por 30 años y que unida a la depreciación del valor del dinero (en un plazo tan largo) lo que generara un peso increíble de estas cuotas sobre las economías familiares, reduciendo significativamente los términos reales de pago. Es decir, la carga de la hipoteca para el contratante se hace cada día más sencilla de pagar por culpa de la inflación.
El problema radica en que las reglas que suponen seguridad para los tenedores y contratantes de hipotecas supone un riesgo latente para los bancos y las entidades financieras y en especial para la salud financiera de los libros de derivados de aquellos bancos que han aceptado la necesaria contratación de los “swaps” de tipo de interés. Porque los bancos aceptaron este modelo de negocio al incrementar el peso de las hipotecas fijas en sus respectivos balances.
Un futuro incierto con el dinero público en riesgo
En general, una situación que es buena para la economía de las familias españolas, pero que a largo plazo puede terminar en tragedia si el gobierno tuviera que necesitar salir en auxilio de los bancos que han tomado para sí los riesgos de tipo de interés y que al final tendrían que sanearse con dinero público. Algo que ya sucedió en el 2008 con la aseguradora más grande del mundo, “American International Group (AIG)”, cuando el gobierno de los Estados Unidos y el Tesoro de ese país se vieron en la forzada necesidad de inyectar 80.000 millones de dólares para evitar la quiebra.
Una situación que podría suceder a largo plazo en España con los Interest Rate Swaps (IRS), cuando los grandes bancos que aceptaron la contrapartida de estos IRS comiencen a tener problemas de solvencia en un futuro que podría ser cercano. Mereciendo el obligado rescate por parte del gobierno y el uso de fondos públicos para evitar que se convierta en un problema que se multiplique hacia muchos otros bancos otorgantes, quienes creían tener cubiertos los riesgos.