Si algo hemos aprendido de las enseñanzas de la reina del orden Marie Kondo es su perfecta predisposición a emplear métodos eficientes para que el orden y la limpieza se apoderen de todos los espacios, incluso más allá de la mera tarea de limpiar físicamente o de ordenar perfectamente un armario, por lo que es una doctrina que puedes aplicar a muchas otras facetas como las finanzas o tus archivos digitales e igualmente conseguir óptimos resultados.
Una casa u oficina ordenada y limpia es la meta y el sueño de muchos y por supuesto de todos los que habitan estos espacios, y aunque el método de la japonesa Marie Kondo goce de ser ampliamente efectivo existen ciertos hábitos que debes evitar, para maximizar la eficacia del orden y alcanzar a plenitud todos y cada uno de los objetivos planteados relacionados con la organización, la limpieza y el orden de las cosas.
Deshazte de estos malos hábitos y limpia como lo haría Marie Kondo
Errores que posiblemente cometes sin darte apenas cuenta y que arruinan o hacen que la tarea buscada sea cuesta arriba, conocerlos es el primer paso para dejarlos de lado y evitar caer en ellos, con esto lograras una perfecta simbiosis con cada rincón de tu hogar u oficina mientras elevas el nivel de felicidad y alegría gracias al orden alcanzado. Reconócelos, detéctalos y evítalos para lograr la perfección y el bienestar en su máxima expresión mediante el orden.
Limpiar antes de ordenar
Toda limpieza necesita de una planificación establecida, por lo que lo mejor que puedes hacer es organizarte, para ello primeramente debes ordenar. El orden te garantizará que la limpieza esté optimizada gracias a que es mucho más fácil limpiar cuando todos los objetos están ordenados. La recomendación es la de comenzar con todas aquellas zonas elevadas e ir bajando y si se trata de ambientes trata de iniciar esta tarea en el baño y la cocina.
Pasar por alto la revisión de las instrucciones
Siempre es primordial preguntarte si estás haciendo las cosas de la manera correcta o por lo menos de un modo que pueda catalogarse como eficiente. Un ejemplo claro de este error es el de los desinfectantes, los cuales usamos y limpiamos de inmediato, obviando el hecho de que deben permanecer durante cierto tiempo en contacto con la superficie para ejercer una acción que tenga el efecto deseado. De allí que conocer las instrucciones sea de suma importancia para lograr la máxima efectividad, indiferentemente de la tarea que estés llevando a cabo.
Olvidarte de limpiar los útiles de limpieza
Lavar los paños con la necesaria frecuencia y prestar la debida atención a todas las demás herramientas usadas en las tareas domésticas de limpieza es una actitud necesaria para que la limpieza pueda efectuarse de una manera que sea efectiva. Esto incluye a las fregonas, escobas, cubos y cubetas y en general a todos los objetos empleados en la limpieza general de la casa o de los objetos del hogar.
Restar importancia a la pequeña suciedad
Las pequeñas limpiezas generalmente son aplazadas debido a que las personas les restan importancia por parecer insignificantes, pero no te dejes engañar porque aunque sean pequeñas en tamaño es posible que poco a poco vayan cobrando importancia y al final sea un verdadero problema el lograr solucionarlas. Una mancha de café, un poco de polvo, una telaraña solitaria son situaciones que podrían volverse costosas de solucionar si permites que crezcan sin control o que la suma de muchas de ellas logren ser abrumadoras.
Apilar las toallas o las prendas húmedas
Nada más fatídico que no permitir que la ropa o las prendas se sequen antes de apilarlas o almacenarlas, los olores en efecto se acumularan y la humedad acabara por crear las condiciones perfectas para que el mono y las bacterias puedan disfrutar de una genial proliferación sobre toda la superficie textil. Lo mejor es extenderlas, tratando de que sea al aire libre y antes de apilarlas (aunque sea para lavarlas) verificar que estén verdaderamente libres de humedad.