La pérdida de peso suele ser una de los objetivo que más sacrificios exigen a quienes se lo proponen. A menudo las dietas de reducción suponen duras disciplinas de alimentación y hábitos totalmente opuestos al estilo de vida que se llevaba hasta ese momento.
Cambiar los hábitos para perder peso no siempre tiene que estar ligado a altas exigencias. Existen muchas rutinas muy fáciles de llevar a cabo y alimentos saciantes, que no se siguen a menudo por puro desconocimiento y que pueden ayudarte a perder peso de una manera mucho más llevadera. En la hora de la cena, podemos encontrar uno de estos hábitos.
Las rutinas que llevemos a cabo son determinantes
Perder peso no debe ser algo demasiado difícil si se siguen y normalizan una serie de rutinas diarias. Básicamente es cuestión de seguir una alimentación equilibrada y hacer ejercicio al menos cuatro días en semana. Sin embargo, puede integrar algunos trucos que pueden ayudarte a acelerar el proceso.

Si acompañamos nuestra alimentación y unos buenos hábitos de ejercicio con saber a qué horas comer, cuántas comidas debemos hacer al día y cómo funcionan los alimentos en nuestro organismo, podremos observar resultados mucho antes de lo esperado, lo que además será un buen aliciente para animarte a continuar con tu rutina saludable.
Cenar tres horas antes de dormir, ayuda a acelerar el adelgazamiento
Lo primero que debemos tener claro es que no existe la hora perfecta para cenar y perder peso. La cena puedes hacerla a las siete de la tarde o a las diez de la noche que, según lo que vamos a ver, el resultado va a ser el mismo. Y es que no es eso de lo que depende que consigamos acelerar nuestra pérdida de peso.
Lo que realmente va a influir en que consigamos nuestro objetivo antes o después va a ser el intervalo de tiempo que transcurra desde que hacemos la última ingesta del día y la hora a la que nos vamos a la cama. Los estudios más recientes sobre nutrición y hábitos saludables han determinado que lo mejor es que pasen entre dos y tres entre lo uno y lo otro. Y si son tres, mejor.
Es decir, que da igual que cenemos a las ocho de la tarde y nos vayamos a dormir a las once de la noche. O que cenemos a las diez de la noche y nos metamos en la cama a la una de la madrugada, el resultado va a ser el mismo. Aunque lo ideal es elegir una hora que nos permita levantarnos para desayunar antes de las nueve y así poder llevar un orden de comidas saludable.
A la cama con la digestión hecha
La explicación a esto podríamos encontrarla en cómo funciona nuestro metabolismo cuando estamos despiertos y con una actividad relativa a cuando estamos en reposo total.
Aunque en esas dos horas o tres horas realicemos actividades relajadas, como ver una película, leer o cualquier otro hobbie que nos ayude a despejarnos del día de una manera tranquila, siempre tendremos un ritmo de pulsaciones y respiración que queme más grasas que cuando nos dormimos y todo el funcionamiento de nuesto organismo se ralentiza y reduce al mínimo la quema de calorías.