El SEPE acaba de poner negro sobre blanco algo que los autónomos llevan tiempo diciendo en la calle: el trabajo por cuenta propia sostiene una parte clave del empleo en España, aunque el propio sistema no siempre lo trate como tal.
La afirmación llega en un momento delicado. Hace apenas unas semanas, miles de autónomos protestaban en varias ciudades y en redes sociales por la falta de protección, los trámites interminables y una sensación bastante extendida de abandono institucional. El informe existe, los problemas también.
SEPE y el peso real del empleo autónomo
El Servicio Público de Empleo Estatal reconoce ahora que el empleo autónomo representa el 14,58 % del total del empleo en España, una cifra que supera la media europea, situada en el 13,6 %. No es un dato menor y desmonta la idea de que el autoempleo es algo residual. Más de la mitad de los autónomos se concentran en Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid, lo que refleja tanto el peso económico de estos territorios como la falta de oportunidades estables en otros puntos del país.
El propio SEPE admite que los autónomos no solo se autoemplean. Una parte relevante genera puestos de trabajo para terceros y, según sus estimaciones, aportan aproximadamente una sexta parte del PIB nacional. Aun así, el informe no oculta que el modelo tiene grietas importantes.
Un perfil que cambia, aunque no lo suficiente
El Observatorio de las Ocupaciones del SEPE señala que el colectivo autónomo es cada vez más diverso. Crece la presencia de mujeres, que ya representan un tercio del total, así como la de personas extranjeras y trabajadores con discapacidad. Este cambio no es casual. En mayo, la Asociación de Trabajadores Autónomos puso cifras concretas sobre la mesa: desde 2021, el 96,5 % de los nuevos autónomos son extranjeros. De los 108.155 nuevos registros, más de 104.000 corresponden a emprendedores nacidos fuera de España.
El dato explica parte del crecimiento del sector, pero también deja una pregunta incómoda: ¿por qué el autoempleo no resulta atractivo para buena parte de la población nacional?
El gran reto: jóvenes que no llegan
Aquí el informe del SEPE es claro, aunque algo frío. Dos de cada tres autónomos superan los 45 años y solo el 2,3 % tiene menos de 25. El relevo generacional está lejos de estar garantizado. No sorprende si se observa otra de las conclusiones del documento: predomina el autoempleo sin asalariados y aumenta la combinación de trabajo autónomo con empleo por cuenta ajena. Muchos emprenden, sí, pero sin soltar del todo la nómina.
Este modelo mixto no responde tanto a vocación como a necesidad. Para muchos trabajadores, el autoempleo se ha convertido en una vía para completar ingresos ante salarios que no alcanzan.
Pluriactividad: más autónomos, pero por necesidad
El fenómeno tiene cifras muy concretas. Este verano se contabilizaron 269.146 autónomos en situación de pluriactividad, lo que supone casi 86.000 personas más que en 2020. Según datos de ATA, el incremento desde ese año es del 46,9 %, un crecimiento que no se explica por una explosión emprendedora, sino por la búsqueda de estabilidad económica.
Muchos trabajadores han encontrado en el trabajo por cuenta propia la única forma de compensar la pérdida de poder adquisitivo o la inestabilidad de sus contratos. El informe admite que la sostenibilidad del empleo autónomo pasa por cambios estructurales. Entre ellos, simplificar trámites, facilitar el acceso a financiación y reforzar la protección social.
También se menciona, aunque de forma algo tímida, la necesidad de atraer a jóvenes emprendedores. Sin mejoras reales en derechos básicos como las bajas laborales o la cobertura por enfermedad, ese objetivo parece lejano.
El diagnóstico está hecho y los datos son claros. Ahora queda por ver si este reconocimiento por parte del SEPE se traduce en decisiones concretas o si, una vez más, el peso del sistema seguirá recayendo sobre quienes trabajan por su cuenta.



