Lisa o estampada, en algodón o en piel, delicada y elegante o todo terreno… Hay tantos aspectos a la hora de elegir la tapicería del sofá, que a veces es sencillo perderse y equivocarse. Y la consecuencia puede ser doble: por un lado, arruinar la decoración de todo el salón y, por otro, es posible que esa tela se estropee mucho antes de lo que habíamos pensado.
Por lo tanto, igual que tomamos medidas con esmero para que el sofá encaje a la perfección en el salón, igual que probamos diferentes modelos para comprobar cuál nos resulta más cómodo, también tenemos que elegir con mucho cuidado el tipo de tela. Y esto se aplica también a ese sofá que ya tenemos pero al que queremos o necesitamos cambiar la tapicería.
Un aspecto clave para elegir la tapicería del sofá: la resistencia
Vamos primero con los aspectos más prácticos. Antes de elegir la tapicería, lo primero que debemos plantearnos es el uso del sofá. Es evidente, no es lo mismo un sofá que vamos utilizar de manera puntual cuando tenemos visita, que ese otro de la sala de estar en el que vamos a pasar horas y horas. En este segundo caso habrá que optar por tejidos más resistentes y, a ser posible, lavables. Y lo mismo ocurre si tenemos hijos pequeños o hay mascotas en casa.
¿Pero cómo podemos saber cuál es la resistencia de una tela? Es sencillo, basta con preguntar el índice de abrasión. Se obtiene mediante un test en el que se usa un instrumento llamado Martindale y en el que se frota el tejido con unos discos. Un tejido para tapizar debe soportar, al menos, 15.000 ciclos Martindales, pero será apto solo para piezas auxiliares. Si quieres una tapicería resistente, asegúrate de que soporta alrededor del doble. En las características del tejido debe figurar.
También la calidad de la tela importa
En este aspecto no hay discusión: siempre hay que buscar la máxima calidad. ¿Por qué? Porque quizá no usemos mucho ese sofá, pero no hay que confiarse. Tal vez no tenga desgaste por el uso diario, pero una tela de mala calidad acabará perdiendo color y lustre en poco tiempo simplemente por la incidencia del sol que entra por la ventana.
Además, los tejidos de buena calidad tienen una textura diferente. Y es algo que se nota al tacto y también a simple vista. Aún queda otro factor importante: la calidad influye en el grosor y en la trama, aspectos que de manera directa influyen también en la resistencia de la tela. Por lo tanto, merece la pena gastar un poco más para tener una tapicería que pueda durar muchos años en perfecto estado.
Entonces, ¿qué tapicería elijo para el sofá de mi salón?
Una vez que hayas valorado lo anterior, queda elegir el tipo de tapicería para tu sofá. Hay infinidad de posibilidades. Para que la elección sea un poco más sencilla, ten en cuenta las características de cada una de ellas:
- Piel: es elegante y resistente, pero necesita algunos cuidados mínimos y no es el mejor material si tienes mascotas en casa. A cambio, se limpia con facilidad.
- Piel sintética o polipiel: es una tapicería más económica que la piel, pero no es tan resistente y, además, puede resultar incómoda, puesto que da calor.
- Microfibras y poliéster: son fibras sintéticas, muy resistentes y de acabados muy atractivos. Además, son tejidos económicos y repelentes al agua y a las manchas. Por ello, son ideales para esos sofás sometidos a un uso intenso.
- Algodón: es un tejido natural, fresco, resistente y que se lava con facilidad.
- Loneta: su composición es algodón, pero en un grosor e hilado que multiplican su resistencia. Por ello, es una buena tapicería para sofás con mucho uso.
- Lino: al igual que el algodón, es un tejido fresquito, pero se arruga con mucha facilidad.
- Terciopelo: es, sin duda, el tejido más elegante pero también más delicado y más caro que otros.
- Chenilla: esta mezcla de algodón, poliéster y acrílicos es una buena alternativa al terciopelo por su tacto suave y porque es mucho más resistente.
Un consejo importante: algunos tejidos se lavan con facilidad, otros no tanto. Pero, en cualquier caso, si tienes niños o alguna mascota, lo ideal es escoger tapicerías antimanchas. La limpieza en ellas es mucho más sencilla y podrás evitar esas fundas que, al final, acaban ocultando el sofá.
La cuestión final: colores y estampados
Ya conocemos las telas. Ahora queda saber qué color y qué diseño encaja mejor en nuestro salón. Volvemos al tema de los niños y las mascotas: con ellos, mejor colores oscuros o estampados. Si no es el caso, hay algunos consejos que te pueden ayudar a elegir. El primero, en salones pequeños u oscuros siempre colores claros, tanto si son tapicerías en acabados lisos como si son estampados.
Ante la duda de qué color elegir, los neutros siempre funcionan bien y combinan con cualquier estilo. Pero eso no quiere decir que no puedas elegir una tapicería llamativa para el sofá. Si es lo que prefieres, perfecto, el sofá será el gran protagonista del salón, simplemente ten en cuenta el resto de la decoración para equilibrar el resultado final.
¿Y los estampados? Para acertar en la elección, elige motivos que estén en proporción al tamaño del sofá. Decidir entre rayas, cuadros o estampados florales o geométricos ya es cuestión de gustos, pero procura siempre que sus colores combinen con la gama cromática del salón y, si colocas cojines, mejor en acabados lisos.