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Cómo influye la iluminación de la cocina en tu estado de ánimo

Hay luces que favorecen la concentración y mantienen los sentidos despiertos mientras que otras, al contrario, relajan

Cocina diferentes tipos iluminación

En decoración, la luz es un elemento fundamental. Permite crear ambientes más acogedores y dar relevancia a determinadas zonas o elementos ornamentales. Pero a la vez es imprescindible para circular por la casa o para trabajar en estancias como el despacho y, por supuesto, la cocina.

Existen estudios que muestran que la luz, más exactamente su color, influye en la manera en la que el cerebro capta los estímulos y los traduce en emociones. Y ese efecto, en casa, es muy importante. En zonas de estar y descanso es báscio que favorezca la serenidad, en otras, como la zona de estudio o trabajo debe estimular la concentración. ¿Pero qué ocurre en la cocina?

La iluminación en una cocina segura

La iluminación que tradicionalmente se ha buscado para la cocina es una luz blanca que se inclina más hacia una temperatura fría. Y es una buena elección. En la zona de trabajo, es necesario contar con una iluminación que permita la máxima visibilidad por razones de seguridad.

cocina blanca y negra con iluminación fría
Cocina con iluminación neutra

A nivel emocional, ese tipo de luces neutras ayudan a tener la mente despejada y los sentidos alerta. Es una iluminación que hace que el cerebro se mantenga despierto y, cuando se están manejando cuchillos o recipientes con líquidos muy calientes, ese estado de alerta siempre resulta de utilidad. Esas luces neutras ayudarán además a mantener la mente fría en momentos de estrés y a centrarse en cocinar.

¿Dónde colocar luces neutras?

Según lo que hemos visto, las luces blancas se deben colocar siempre en el techo, en forma de iluminación general. Pero también en las zonas de trabajo, es decir, en la encimera, sobre la placa de cocción y sobre el fregadero. Con ello aseguramos las mejores condiciones para garantizar la seguridad.

Sin embargo, no son los únicos espacios en los que conviene contar con una iluminación neutra. Uno de ellos es esa barra en la que desayunamos todos los días. Hay que tener en cuenta que cuando nos levantamos nuestros sentidos están todavía una tanto adormilados, que necesitamos despejarnos antes de enfrentarnos al día a día.

Por ello, en esa zona en la que nos tomamos el primer café de la mañana también puede ser buena idea poner una lámpara con luz neutra o incluso fría. Este último tipo de iluminación tiene un efecto estimulante que ayudará a nuestra mente a despertar del todo y comenzar a preparase para la rutina.

La cocina como lugar de reunión

En los últimos años, la cocina ha cobrado protagonismo. Ha dejado de ser una estancia solo para preparar alimentos y ahora es también lugar de reunión familiar y de tertulias. En esos casos, no es necesario que nuestro cerebro esté en alerta, bien despierto. Al contrario, lo que requiere es una iluminación más emocional, es decir más cálida, que consiga crear ambiente más acogedores.

Cocina con iluminación cálida

¿Pero cómo combinarla con esas otras luces neutras? Caben dos posibilidades. La primera de ellas es colocar una iluminación diferente según zonas, es decir, neutra en zona de trabajo y cálida en zona de comedor. La segunda posibilidad es elegir luces que puedan cambiar de temperatura, algo que la tecnología LED permiten sin problemas y que permiten pasar de una iluminación fría a una cálida sin necesidad de cambiar de luminarias.

Hay otra forma de llevar la iluminación emocional a la cocina, muy útil para esos momentos en los que no necesitamos una gran concentración, pero tampoco estamos tomando algo tranquilamente en la barra o la mesa. Si queremos dar a la cocina un ambiente envolvente que nos haga sentirnos bien, por ejemplo, cuando realizamos alguna tarea de limpieza, se pueden colocar luces cálidas en zócalos, en cornisas o bajo los muebles.

Además de la temperatura, la intensidad

La intensidad de las luces también influye en el estado de ánimo. Luces más intensas ayudan a mantenerse más despierto, mientras que esas otras más tenues favorecen la calma. En la cocina, conviene que en la zona de trabajo la luminancia sea de entre 500 y 600 lux, mientras que la general sea de 300 lux. En la zona del comedor se puede rebajar algo esa intensidad si lo que se quiere es crear ambientes relajantes.

En este aspecto, la mejor solución son las luces regulables. Con ellas podremos ajustar la intensidad de la luz a las tareas que vayamos a realizar en la cocina en cada momento y también a nuestras emociones, para despertarlas o, al contrario, para controlarlas si no son las más adecuadas para esos momentos de relax en la cocina.

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