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La silla Barcelona, un «must have» para cualquier salón

Diseñada en 1926 por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich, fue utilizada como trono para los reyes de España cuando visitaron el pabellón de Barcelona en la Expo de 1929

Hay cosas, como algunos muebles, que nunca pasan de moda. Más bien todo lo contrario. Se trata de piezas que, con el paso de las décadas, los años e incluso, casi los siglos, como es el caso de la Silla Barcelona, creada en la década de los años 20 del pasado siglo, siguen teniendo la misma demanda que en sus inicios, o incluso se han revalorizado con el tiempo. Y es que los muebles clásicos del diseño no se quedan obsoletos, y además tienen cabida en cualquier tipo de decoración moderna o contemporánea.

Son atemporales, independientes al paso del tiempo, pues destacarán en cualquier estancia en la que los ubiques y sea cual sea el estilo decorativo que reine en tu hogar. Un claro ejemplo es la Silla Barcelona de Luwig Mies Van de Rohe y Lilly Reich, un «must have» que tiene cabida en cualquier salón. Fue diseñada en el año 1926 con el nombre técnico MR90 y formaba parte del Pabellón Nacional de Alemania para la Exposición Internacional de Barcelona en 1929.  Es más, fue utilizada como trono para los reyes de España cuando visitaron el pabellón de Barcelona.

Silla ideada en Alemania tras la 1ª Guerra Mundial

La Silla Barcelona es un modelo clásico del diseño del siglo XX de estilo contemporáneo, muy alejado de las piezas más ornamentales típicas del art decó tan de moda últimamente. Está fabricada con una estructura de acero inoxidable pulido, combinado con el cuero que recubre las superficies de su asiento y respaldo, y destaca por sus armoniosas curvas y sus proporciones elegantes. Actualmente, son innumerables las imitaciones que se realizan de este modelo de silla, fabricándose en dos tipos de acero diferentes y en varios colores para el cuero.

Silla Barclona blanca en un salón

Así, Van de Rohe y Lilly Reich han pasado a la historia por su estructura de acero cromado y asiento de cuero con proporciones elegantes y muy estudiadas para darle confortabilidad. Un icono inspirado en las sillas «Sellas Curulis» del Imperio Romano que simbolizan el poder y que alcanzó aún más fama cuando comenzó a producirse para el público en la década de los años 50. Ahora, también comercializada por la firma Knoll, una silla Barcelona original puede ser nuestra por unos 7.000- 8.000 euros, según el acabado.

La silla simboliza el resurgir germano tras el periodo bélico

El diseño se desarrolló en el marco de la reconstrucción tras la guerra. Los diez años precedentes a la exposición internacional de Barcelona fueron muy agitados para los Gobiernos europeos: problemas de educación, inestabilidad social, grandes migraciones, nuevos límites territoriales, desaparición de monarquías, etc., un tiempo en el que las naciones intentaban, tras la devastación, volver a la estabilidad y mostrarse vigorosas ante el mundo. Por ello, los diseñadores tuvieron la enorme responsabilidad de producir un pabellón para la exposición de Barcelona que anunciara el resurgir de Alemania y su cultura, y además mostrara sus éxitos.

En aquella época, más allá de los conflictos, los arquitectos, diseñadores y artistas se inspiraron y supieron aprovechar las nuevas tecnologías y los nuevos materiales desarrollados durante la Primera Guerra Mundial. Mies y Reich crearon la silla, junto a la otomana y la mesa auxiliar a juego, para el Pabellón alemán de la Expo Internacional y, al año siguiente, Mies y Reich diseñaron el diván Barcelona, siguiendo la misma línea de la silla, la otomana y la mesa, para el departamento del arquitecto Philip Johnson.

Estas nuevas piezas fueron presentadas en la Exposición Bauausstellung Berlin en 1931. La estructura del mobiliario estaba realizada originalmente en acero inoxidable pulido, mientras que las superficies del asiento y el respaldo fueron hechas de cuero de piel de cerdo. Más tarde, en el año 1950, se harían ajustes al diseño para producirlo a gran escala. Las proporciones armoniosas y la forma elegante convirtieron a la silla Barcelona casi en un objeto escultural digno de galería de exposición.

Fabricadas por Knoll desde hace décadas, las imitaciones no pueden llevar el nombre «Barcelona»

Este tipo de mobiliario sigue siendo muy popular, y tanto la silla, como la otomana, el diván y la mesa auxiliar a juego siguen siendo fabricados, bajo la licencia comprada por Knoll a Mies en 1953. Aunque hay imitaciones más económicas, las sillas originales llevan la firma de Van der Rohe y el logotipo de Knoll impresos en el cuadro. Knoll destina una parte de la venta de sus objetos fabricados con diseño de Mies al Museo de Arte Moderno en Alemania. Las imitaciones tampoco pueden llevar el nombre «Barcelona», al estar registrado por Knoll.

Cada pieza de esta silla es un tributo al matrimonio perfecto del diseño moderno y la artesanía excepcional. Se tapiza con 40 paneles individuales que se cortan, se sueldan a mano y se insertan, también a mano, con botones de cuero producidos con piel de vaca. Los cojines son de espuma de poliuretano de alta calidad y alta elasticidad con relleno de fibra de poliéster de dacrón en forma de plumón. Las correas de la tapicería son de cuero. Los lados se tiñen para que coincidan con el color de tapicería y se utilizan 17 correas para el soporte del cojín.

El marco está cromado y pulido a mano para un acabado espejo y las correas de tapicería están unidas con remaches de aluminio. Se produce en dos configuraciones de acero diferentes y en varios tipos de cuero y colores diferentes. Sin duda, uno de los objetos más reconocidos del siglo pasado, y un icono del movimiento moderno que irradia una elegancia simple que personifica la máxima más famosa de Mies van der Rohe: «Menos es más».

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