Ser mamá es un mundo caóticamente hermoso, no es fácil en lo absoluto, pero el amor que se experimenta es inigualable. Pero, así como abundan las emociones encontradas, también se incrementa la suciedad y el desorden en casa, y sí, la limpieza se vuelve más difícil y tediosa que nunca, sobre todo cuando bebés crecen y hacen un desastre con los juguetes, la ropa, saltan en las camas y el caos se apodera de sus habitaciones.
Seamos objetivos: A casi ningún niño le atrae la idea de ayudar con las tareas domésticas, solo quieren jugar, ver la TV, usar tu teléfono cuando te distraes o simplemente hacer cualquier cosa divertida y que les impida aburrirse. Ahora bien, la clave para que tus hijos quieran limpiar y ordenar su habitación es que parezca una actividad entretenida con la que podrán disfrutar, pero ¿Cómo lograr esto? Baja un poco más y encontrarás la respuesta. ¡Sigue leyendo!
7 consejos para que los niños quieran limpiar y ordenar su habitación
No necesitas obligar ni chantajear a tu pequeño para que haga su cama, levante la ropa del suelo o guarde sus zapatos, de hecho, bastará con presentarle estas labores como un “juego” o una tarea que traerá resultados muy gratificantes incluso a su perspectiva. Sigue estas recomendaciones y haz que tus hijos mantengan el orden y el aseo en su habitación todos los días y de buena gana.
Explícales por qué es importante limpiar
En el pasado nuestros padres ante cualquier pregunta respondían: “¡Porque sí!”, o “¡Porque no!”, pero hoy en día no tiene que ser de esta forma. Enséñales que un ambiente limpio evita alergias, comezón y otras enfermedades que no lo dejarán salir a jugar al parque, comer chocolate, lo harán ir al doctor y tomar medicinas y posiblemente recibir un pinchazo. No se trata de asustarlo, sino de enseñarle las consecuencias de la suciedad.
Un reglamento es esencial
Aunque el amor por los hijos nos deja al borde de malcriarlos, es el peor mal que podemos hacerles si queremos que crezcan con responsabilidad, disciplina e independencia. Establecer reglas con consecuencias si no se cumplen es base para que sepan las condiciones que tienen que cumplir.
Nota: No tiene que ser un castigo duro, sino una pequeña sanción que les recuerde lo que estuvo mal, por ejemplo: No usar el ordenador, no ver TV o no ir a jugar por la tarde ese día.
Evita alzar la voz
Aunque estés al borde del colapso, ¡no grites! Si lo haces, fomentarás un comportamiento rebelde en el niño y definitivamente no desearán realizar tareas en el hogar. Llénate de paciencia, háblales con calma, expresa que estás muy cansada y que necesitas que ayuden para aliviar tu malestar. ¡Seguro querrán ayudar!
Supervisa y orienta
En especial si son labores más complicadas para los más pequeños como doblar la ropa o limpiar el polvo. Eso sí, se trata de ayudar, no hacer todo el trabajo. ¡Hazles saber que es SU responsabilidad! Igualmente, recuérdales que es un favor y negocia con ellos para que te lo devuelvan ayudándote en otra labor apta para ellos. ¡Parece estricto, pero es una buena técnica!
Prepara un cronograma
Si la habitación está muy sucia y desordenada, la lista de labores será demasiado larga, se sentirá agobiado y no podrá arreglar el desastre en un solo día. Mejor separa las tareas entre 2 a 3 por día y así al final de la semana habrá terminado, sin estresarse y con una gran sensación de logro. ¡A paso lento, pero firme!
Prémialos
Si mantiene la habitación limpia durante toda la semana, no olvides elogiarlo con palabras de afirmación y darle una recompensa que lo haga sentir ganador. Dependiendo de sus preferencias, puede ser ir al cine, a la piscina, a un parque de diversiones o simplemente comprarle un juguete nuevo. ¡Así aprenderá que el trabajo bien hecho y el buen comportamiento valen siempre la pena!
Añade un poco de diversión
Pon su música favorita, juega con ellos a ver quién recoge más rápido o limpien a contrarreloj (y el que pierda debe hacer 10 saltos de rana). ¡Las risas no faltarán!
Y, por último: Recuerda que son niños, ven la limpieza como lo más aburrido y difícil del mundo, así que no los regañes a cada minuto ni corrijas con malos tratos. Haz todo tu esfuerzo para que se sientan cómodos en el proceso y puedan ver este deber como una actividad agradable. ¡Si se puede!