Desayunar fuera de casa para disfrutar de la mañana en la ciudad es uno de los grandes placeres de los día libres. Cuando te sientas a disfrutar de tu desayuno y pides tus tostadas con tus ingredientes favoritos sueñas con la mejor tostada del mundo, para algo vas a una cafetería o a un restaurante. Sobre todo si pides tostadas con jamón ibérico, si un restaurante ofrece ese desayuno, lo menos que esperas es una pata de jamón en la barra.
Sin embargo, a veces las cosas no salen según lo deseado y puedes que te encuentres con un desayuno que te eche por tierra la semana. A veces puedes encontrarte con un mal servicio y otras, sencillamente es que los alimentos del restaurante no son los mejores que podías haber encontrado.
Así empieza un mal desayuno en una cafetería con el jamón ibérico
Todos hemos oído historias sobre platos que ocultan sorpresas desagradables, ya sea por error o negligencia. Estas situaciones pueden acabar en una mala experiencia y que las consecuencias no vayan más allá de no volver a ese sitio. Lo malo es que en otros casos también pueden poner en riesgo nuestra salud.
Afortunadamente una de las últimas en sumarse a esta lista suponemos que será de las primeras. Desde luego es para no volver a desayunar en ese sitio. Un hombre que visitó un bar en Getafe y vivió una experiencia que lo dejó sin palabras. Lo compartió en las redes sociales, y su historia se volvió viral en cuestión de horas.
El peor jamón para tostadas que puedes imaginar según «cenando con Pablo»
El protagonista de este relato es Pablo, un madrileño con una cantidad considerable de seguidores en su cuenta de X (anteriormente Twitter), @CenandoconPablo, dedicada a narrar sus vivencias en diversos restaurantes y que, gracias a sus útiles vídeos, cuenta con más de 43,600 seguidores. Sin embargo, hace unos días, Pablo compartió algo que seguro que no se esperaba.
La publicación era la de una fotografía en la que con un simple golpe de vista se podía ver cuál había sido la «sorpresa» de Pablo. La fotografía mostraba el desayuno que le habían servido en un local de Getafe y que consistía un café con leche, un vaso de jugo de naranja y un plato con dos tostadas, acompañadas de dos láminas de jamón serrano, además de tomate para untar y aceite de oliva.
Hasta ahí todo suena bien, el problema llega cuando te das cuenta de que te han servido un jamón de paquete de supermercado al que no le habían quitado ni las laminas de plástico que suelen separar las lonchas. Una cosa hay que reconocerle al propietario del establecimiento: al menos no intenta disimular la mala calidad del sus productos.
«Un mal día lo tiene cualquiera», las bromas no tardan en llegar a la red social
«Lo que me acaba de pasar en un bar de Getafe no puede ser verdad…», escribió Pablo junto a la imagen, y en poco más de un día, su publicación se volvió viral, acumulando más de 6.4 millones de visualizaciones y más de 2,500 comentarios. Uno de los usuarios comentó con humor, «Un mal día lo tiene cualquiera. ¿Quién no ha olvidado quitar el plástico antes de cocinar hamburguesas?». Sin embargo, otro usuario fue más crítico al denunciar que «luego te lo cobrarán como si fuera jamón de alta calidad«.
El comentario refleja una de las principales preocupaciones de los consumidores: el precio que a menudo se cobra por un producto que no cumple con las expectativas de calidad. La historia de Pablo es un recordatorio de que, incluso en los lugares más inesperados, las experiencias con la comida pueden acabar de una manera que ni podías imaginar. Pero también pone de manifiesto el poder de las redes sociales para dar a conocer situaciones que ayuden a otros usuarios, generen debate o le den un altavoz a la denuncia de los consumidores cuando sienten que han pagado por algo que no valía su precio.
Cómo identificar un jamón de calidad en el restaurante
Antes que nada, fíjate en cómo luce. Un buen jamón se reconoce por su tono rojo vivo y luminoso, con esas típicas líneas blancas de grasa que lo cruzan. Y hablando de grasa, esta debería ser blanca o de un tono marfil, ¡nada de amarillos!
El olfato no engaña. Si el jamón despierta tus sentidos con un aroma profundo y característico, vas por buen camino. En cambio, si percibes un olor tenue o, peor aún, desagradable, quizás no estés ante un jamón de primera.
El sabor, ¡ah, el sabor! Es el rey de los indicadores. Un jamón de excelente calidad te deleitará con un gusto intenso, con el punto justo de salinidad y un retrogusto que se queda contigo.
Al paladar, un jamón de calidad se siente suave, casi como si se fundiera en tu boca. Si te encuentras masticando algo duro o con textura de chicle, probablemente no esté a la altura.
Y no podemos olvidar de dónde viene. Por ejemplo, el jamón ibérico de bellota, ese que proviene de cerdos alimentados con bellotas y criados en libertad en las dehesas españolas, está en la cima de la pirámide de calidad.