Cuando hablamos de slow hablamos de toda una filosofía de vida que como no podía ser de otra manera, también se refleja en la decoración del hogar, también en la de la cocina. Lo que busca este estilo, de inspiración nórdica, es crear ambientes muy acogedores, que prescinden de lo superfluo para centrarse en lo que verdaderamente importa, que es sentirnos bien.
Esa filosofía slow, en la cocina, se traduce en una forma de preparar los alimentos como antiguamente: sin prisas, dedicándole todo el tiempo necesario y con esa pizca de amor que hace que todo sepa diferente. Pero también la decoración importa. Y es en este aspecto en el que nos vamos a centrar.
La cocina como corazón de la casa
Para muchos, cocinar no es una obligación, sino una forma de relajarse. Y la cocina ya no es solo el lugar de preparación de los alimentos, sino lugar de reunión, de tertulias y de buenos momentos. Por eso, esta estancia cobra un enorme protagonismo y también por eso son las cocinas abiertas las que triunfan en este estilo.
Disponer de una barra o de una isla que conecte la cocina con el salón, o simplemente crear un espacio completamente abierto, favorecen que la cocina, además de práctica, facilite las interacciones sociales. Una cocina que es escenario de tertulias, de juegos infantiles o de momentos compartidos y son esos instantes en los que todo fluye más despacio los que el estilo de vida slow busca.
Claves de una cocina slow
Diseñar una cocina slow no es complicado. Como señalábamos, la base es ese estilo nórdico tan conocido con un toque de minimalismo. Pero sí es cierto que tiene algunas otras características particulares. De todas ellas vamos a hablar a continuación.
Materiales naturales
El estilo de vida slow busca el contacto con la naturaleza y tiene un trasfondo de conciencia medioambiental muy marcado. ¿Cómo se traduce eso en la cocina? Sencillo, en el uso de materiales naturales y reciclables. Y la auténtica reina es la madera, un material cálido que creará en la estancia un ambiente siempre acogedor. Y al hablar de madera hablamos, por supuesto, de muebles y encimera. Pero también de suelos, de revestimientos y de accesorios. Y si se combina su tono natural con un blanco tiza, el efecto será de lo más actual. Solo una recomendación: en suelos y encimeras, siempre madera de calidad que resista bien la humedad.
Pero también tienen cabida materiales como el mimbre o el yute, perfectos para accesorios como bandejas o manteles o incluso para una alfombra en la zona de comedor. O como el algodón orgánico y el lino, si hablamos de textiles.
Colores suaves
En este aspecto tampoco cabe discusión: los colores de una cocina slow son colores siempre claros, muy luminosos. Los protagonistas, el blanco y colores neutros como el marrón en sus tonalidades más suaves. También se admiten otros colores que nos recuerden a la naturaleza, como el verde o el azul, pero siempre claros.
Luz natural
Una cocina slow es una cocina luminosa. Si tiene ventanas, hay que dejar que la luz natural inunde la estancia. La combinación con esos colores claros dará como resultado una cocina en la que apetece pasar horas y horas. Si la luz natural no es muy abundante, entonces hay que cuidar la artificial, con una iluminación bien repartida por zonas y, sobre todo eficiente, es decir, LED.
Electrodomésticos eficientes
En una cocina slow, su aspecto estético pasa a un segundo plano. Decíamos que una de las premisas de este estilo de vida es el compromiso con la protección del medio ambiente y la gestión eficiente de los recursos. Y eso obliga a que los electrodomésticos sean siempre de alta eficiencia.
Otros detalles para conseguir una cocina slow
Además de esas grandes líneas maestras, hay otros muchos detalles imprescindibles para conseguir que la cocina sea realmente ese espacio para cocinar, para relajarse y para sentirse bien. Estos son algunos de ellos:
- Plantas: unas macetas pequeñas pueden poner el toque definitivo a la decoración de la cocina. Pueden ser de cualquier tipo, pero si optas por las aromáticas no solo llenarán la cocina de su olor característico, también las tendrás a mano para aderezar tus guisos.
- Zona de comedor: no siempre es posible por las dimensiones de muchas cocina, pero si hay espacio suficiente, una zona de comedor, aunque sea pequeña, es imprescindible.
- Fuera el desorden: si de verdad quieres una cocina slow, todo debe estar en su sitio, ya que el desorden genera estrés. Así que hazte con organizadores o deshazte de aquello que ya no usas para mantener la estancia siempre en perfecto orden de revista.
Con estos consejos conseguirás esa cocina en la que te sentirás siempre a gusto y en la que podrás olvidarte de las prisas inevitables del día a día. Y, como has visto, no es cuestión de espacio, sino de un buen diseño, de luz, de color y de materiales naturales.