A menudo utilizamos cristales en la decoración de casa. Pero solemos escogerlos con una finalidad únicamente estética, normalmente por su color o por su forma. ¿Pero sabías que los cristales también pueden tener un influjo sobre esas energías que nos rodean? Eso es, al menos lo que algunas disciplinas milenarias consideran.
Sea así o no, lo cierto es que a veces el hecho de tener cristales a modo de decoración en casa puede ayudarnos a relajarnos o a canalizar nuestras emociones. ¿Pero qué cristales escoger? ¿Dónde es mejor colocarlos? Te vamos a dar algunas ideas para que puedas ponerlas en práctica en tu casa.
Cuarzo rosa: decorativo y relajante
Dicen que el cuarzo rosa es capaz de atraer vibraciones positivas, que aporta armonía y que atrae al amor. Pero además se le atribuyen propiedades relajantes. Por ello, es perfecto para colocar en el dormitorio, en ese lugar en que debemos dejar atrás nervios y estrés y donde debemos disfrutar de nuestras relaciones de pareja.
El cuarzo rosa, además, por su color, es fácil de introducir en cualquier estilo, es elegante y aporta un toque de exquisitez. Puedes colocarlo sobre la mesilla en cualquiera de sus formas, bien tallado en un diseño escultural, bien en bruto sobre una bandeja. También puedes poner cuarzo rosa en la habitación de los niños para ahuyentar las pesadillas.
Amatista y selenita para absorber energías negativas
La amatista es una piedra muy energética por su tonalidad intensa. Se cree que atrae buenas vibraciones y evita que entren en casa aquellas otras que son negativas. Por ello, el mejor lugar para colocarla es el recibidor, aunque en el salón también ayudará a crear espacios más equilibrados y relajantes. Y es tan decorativa que no debe importarte darle protagonismo.
La selenita es mucho más discreta, pero también más elegante. Ese mineral blanco y traslúcido tan discreto, por otra parte, infunde paz y tranquilidad, además de que es un polo de atracción para esas energías positivas que a veces tanta falta nos hacen. Por ello, puedes colocar una pieza de este mineral en cualquier rincón de la casa, desde el salón hasta el despacho. En forma de pies de lámpara o jarrones queda espectacular.
Jade, una piedra protectora y energética
Al jade se le atribuye el poder de atraer a la buena suerte y de protegernos del mal. También se relaciona con la armonía y la serenidad. Por ello, es una piedra muy venerada en las culturas orientales. A nivel decorativo, sus diferentes tonalidades verdes son perfectas para introducir una nota de color en casa o para crear un punto focal en una estancia, que puede ser la entrada, el dormitorio o el salón.
Citrino para atraer la creatividad
Este cuarzo de color amarillo o anaranjado se relaciona con la alegría, la prosperidad y la creatividad. Es una piedra energizante, que absorbe y elimina energías negativas y favorece la concentración. Por ello es una buena idea colocarla sobre la mesa de trabajo o el despacho, a modo de pisapapeles o de sujetalibros, sobre todo si la tuya es una profesión en la que necesitas grandes dosis de imaginación y creatividad. También es perfecta para la habitación de los niños.
El cuarzo ahumado y su poder sanador
A este tipo de cuarzo de color oscuro se le atribuyen propiedades curativas, tanto a nivel físico como espiritual. Ayuda a calmar emociones y a equilibrar energías. Y también se dice que es purificador, por ello, el cuarto de baño es un buen lugar para colocar cuarzo ahumado. Por supuesto, también lo es el dormitorio.
Consejos finales
Aunque puedes elegir los cristales en diferentes formas y tamaños, debes colocarlos en un lugar a la vista, cerca del lugar en el que estés habitualmente. Si quieres un efecto decorativo, opta por cristales grandes y sin tallar, en su forma natural. Al contrario, si prefieres algo más discreto, mejoren forma de objetos decorativos o pequeñas talladas en forma de bodegón.
Y, algo muy importante: para que cumplan su función debes mantenerlos limpios y “recargados”. ¿Cómo hacerlo? Con agua que fluya (la del grifo puede servir), sumergiéndolos en agua con sal o dejándolos a la luz de la luna, preferiblemente llena.