El sofá chéster es una de esas piezas que parecen inmutables. De aspecto absolutamente clásico, sin embargo, ha conseguido mantenerse como protagonista en la decoración a pesar de las modas y de los cambios de tendencia. Sin modificar esas líneas envolventes y ese acabado en capitoné, esta pieza bicentenaria ha sabido irse adaptando a los tiempos con ligeros cambios en la forma y en la tapicería.
Hoy podemos considerar al sofá chéster como un abuelo muy joven o como un clásico contemporáneo. Es una pieza histórica, cierto, pero es también uno de los sofás que más presencia tienen. Por ello, no puede extrañar que de una forma u otra consiga introducirse en las tendencias decorativas año tras año. A nadie deja indiferente, pero se ame o se odie, lo que no se puede negar es que el chéster es único y muy, muy distinguido.
La curiosa historia del sofá chéster
No se sabe muy bien el momento en el que se diseñó, si fue a finales del VXIII o principios del XIX. Lo que sí se sabe es quién encargó a un reputado ebanista un sofá de características especiales: fue el conde de Chesterfield. Él deseaba un sofá que permitiera mantener la postura erguida que todo caballero debía mostrar en aquella época. Una postura que denotaba poder y distinción y que, a la vez, dejaba ver la vestimenta sin que esta se arrugase por permanecer sentados.
El ebanista encargado del diseño ideó así un sofá robusto, con los brazos y el respaldo a la misma altura, lo que obligaba a mantener la espalda perfectamente recta. Era un sofá tapizado en piel, pero con una característica absolutamente innovadora en la época: el acabado capitoné. Es una terminación con botones repartidos de forma uniforme por brazos y respaldo y que da una sensación de comodidad, aunque es cierto que hay personas a las que el chéster no acaba de parecerles demasiado confortable.
Cuentan las historias que estando ya moribundo, el conde recibió la visita de un joven diplomático. El noble pidió a su mayordomo que le diera un asiento a su visita. Y aquel tomó tan al pie de la letra la orden de su señor que regaló el sofá al diplomático. Este se lo llevó a su casa y a partir de ahí comenzó a popularizarse y a vestir los salones de la alta sociedad londinense como símbolo de riqueza y de estatus social.
Desde entonces, el sofá chéster ha estado siempre ahí, primero en clubes y casas de pudientes, más tarde en locales públicos o negocios de todo tipo. Y también ha tenido su momentos de gloria en series y programas de televisión. El gusto por lo vintage ha hecho lo demás, permitiendo que este sofá decimonónico siga siendo tendencia.
Cómo es el auténtico sofá chéster
Si hay algo que tiene el chéster es que resulta inconfundible por sus características. La primera, ese respaldo a la misma altura de unos brazos curvos que envuelven a quien se sienta en él. Esos brazos, además, tienen forma de voluta, es decir, son también redondeados. Y, en lo que respecta a las patas, en el diseño original eran de madera y torneada.
La otra gran característica del sofá chéster es ese acabado abotonado en la parte del respaldo y de los brazos. En un principio, se eligió el cuero (verde, marrón o granate) para el tapizado. Sin embargo, muy proto se dio paso a telas elegantes y exclusivas como el terciopelo, que permitían muchos más acabados.
Hoy en día ese diseño original se ha mantenido casi intacto. Sin embargo, también se ha ido introduciendo pequeños cambios para darle un aire algo más renovado. De esta manera, en la actualidad podemos encontrar sofás chéster en un sinfín de telas, tanto lisas como con estampados. También es habitual ver que se han sustituido las patas de madera por otras de metal para darle un aspecto más sofisticado. Y, además de ello, es habitual decorarlos con cojines de diferente estilo.
Por qué elegir un sofá chéster para la decoración de casa
Ese carácter atemporal es el gran motivo para elegir un sofá chéster para el salón, pero no es el único. Es un sofá con mucha presencia, con un carácter muy marcado y una personalidad propia. Pero eso no quiere decir que no encaje perfectamente en cualquier estilo. Eligiendo bien la tapicería, combina sin problemas en ambientes clásicos y modernos, en estéticas boho o shabby chic y en hogares de aires retro o incluso industriales.
Los chéster se llevan bien con casi cualquier tipo de mueble. Además, hoy se fabrican tanto en las tradicionales tres plazas como en una, dos o en forma de rinconera. Esa versatilidad hace que sea sencillo encajarlos en todo tipo de estancias. Por ello, no puede extrañar que el sofá chéster siga siendo uno de los grandes protagonistas en decoración.