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El gas natural europeo se replantea en tiempos de crisis y se proyecta ayudar al ahorro de dinero en 2025

Una materia prima energética que se enfrenta a una multitud de problemas

Los combustibles fósiles y por extensión las energías están sujetas a las variaciones de muchos factores que inciden de un modo directo en la producción, precios y crecimiento. De allí que el invierno sea uno de ellos, así como eventos esporádicos y no planificados a futuro como es el caso de la guerra Rusia – Ucrania, la cual sin dudas ha mantenido una plena afectación sobre Europa al implicar de modo directo al productor de la mayoría de este gas natural como lo es Rusia.

Las economías se debilitan con los precios elevados de los combustibles y la llegada del invierno indica que los inventarios de gas natural deben estar al tope como media de seguridad para lograr suplir cualquier eventualidad en caso de que el golpe de frío sea largo. Inventarios cercanos al 90 % crean las condiciones favorables para mantener la deseada calma, pero esto no hace desaparecer otros riesgos asociados con los combustibles en época de crisis.

Suficiente gas natural local como salida a la crisis energética

Un mercado dominado por la ausencia del gas ruso dispara los precios, por lo que una gestión de este tipo de combustibles es más que necesaria en toda Europa y mucho más allá de las fronteras del viejo continente. Las expectativas y los contratos indican que solo para el 2026 se generaría un alivio en los suministros de gas (GNL), por lo que los precios elevados deben mantenerse, creando zozobra entre los consumidores y creando un mercado que no logra ser competitivo desde el punto de vista industrial.

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Una cuestión de inversiones basadas en suministros energéticos

La oferta mundial de gas natural espera aumentos progresivos que representan un 45 % hasta el año 2030, gracias a la aprobación de proyectos como una medida desesperada para conseguir un blindaje pensando en futuras crisis energéticas. Esto permitirá mantener inventarios y producciones que puedan satisfacer las demandas mundiales relacionadas con gas natural y evidentemente electricidad, calefacción y para la demanda industrial.

Esto hará que los precios comiencen a descender a partir del alivio de la presión sobre todo el sistema energético mundial, donde los niveles actuales (extremadamente altos) cambiarían para mejorar las condiciones de los consumidores finales y hasta es posible que se produzca una sobre oferta debido a la intensificación planificada de la producción de gas luego del 2028.

Estas inversiones llevadas a cabo desde la actualidad y que se proyectan a futuro son fundamentales para la independencia energética y para evitar a toda costa la dependencia del gas ruso, además de conseguir entender un panorama que ha dejado al descubierto los puntos donde se generan los cuellos de botella y así lograr evitarlos, para que el gas fluya hacia los lugares necesarios en los momentos deseados.

Un aumento en la demanda de gas natural, pero con precios accesibles

Las estadísticas prevén un aumento en la demanda de al menos un 50 % de gas para estos próximos 10 años en toda Europa, proyectando un negocio que además de rentable, será perfectamente capaz de crear empleos y de aliviar la dependencia europea relacionada con combustibles y energía foránea. Además, esta estrategia permitirá eliminar la volatilidad de los precios por culpa de ser una materia prima importada y por supuesto, la férrea competencia con Asia por los suministros del preciado combustible.

Este gas natural y el GNL desplazarían al carbón reduciendo la huella negativa ambiental, pero solo si los precios del mismo pueden ser accesibles y para ello se necesita que la producción sea de Europa para Europa, mientras se espera que además las importaciones del gigante continente asiático disminuyan gracias a la implementación masiva que ellos están llevando a cabo con respecto a las energías renovables y al relanzamiento de la nuclear.

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