Numerosos estudios científicos han demostrado que gran parte de las enfermedades infecciosas están relacionadas con una deficiente limpieza y desinfección en el día a día, tanto personal como del hogar (hecho que quedó demostrado con la pandemia del Covid-19). Es ahí donde recae la vital importancia de cumplir con prácticas higiénicas rutinarias que prevengan problemas de salud, y sí, que también mantengan el aseo en su punto.
Aunque muchas personas limpian obsesivamente todas las superficies y a sí mismos, lo cierto es que si hay hábitos de higiene que todos deberíamos tener, si queremos evitar padecimientos y mejorar nuestra calidad de vida. ¿Te gustaría saber cuáles son? Entonces sigue leyendo y toma nota de estas recomendaciones básicas de higiene.
10 hábitos de higiene que debes tener sí o sí
Todos acostumbramos lavarnos las manos antes y después de comer o ducharnos con relativa frecuencia (algunos más que otros), sin embargo, no es lo único que debe cuidarse cuando de higiene se trata. El cardiólogo, nutricionista y especialista en higiene de origen francés, Frédéric Saldmann (autor del Bestseller “El mejor medicamento eres tú”) indica que existen otras costumbres cotidianas que deben tenerse en consideración. Estas son las más importantes:
- Baja la tapa del inodoro: No cerrar la tapa del váter antes de tirar la cadena es uno de los motivos que más ha iniciado discusiones entre parejas, y es que esta simple acción previene que microorganismos de las heces salgan y se propaguen por el resto del baño.
- Lava frecuentemente la ropa de cama: Como mínimo, cada 15 días deberías hacerlo, de lo contrario, la piel muerta, restos de sudor y alérgenos harán de las suyas en el tejido, causando alergias o complicaciones de piel y vías respiratorias.
- Reemplaza la almohada vieja: ¿Cuántos años tiene tu almohada?, ¿más de dos? ¡Ya fue suficiente! Con el pasar de este tiempo, se convierte en un cúmulo de hongos, ácaros y sus deposiciones.
- Limpia y ordena el refrigerador: No solo por apariencia y optimización del espacio, sino también para evitar el consumo de alimentos contaminados con microbios peligrosos (como la Listeria monocytogenes). Límpiala y ordénala al menos 2 veces al mes.
- Los alimentos crudos deben permanecer congelados: Probablemente, ya acostumbres hacerlo, pero aún hay muchísimas personas que no lo hace, y no tienen idea del riesgo que esto presenta. Por ejemplo, congelar la carne de buey previene contraer la lombriz solitaria y congelar el pescado elimina el parásito Anisakis, que vive en aparato digestivo de muchas especies marinas y es un peligro para la salud intestinal.
- Cada utensilio de limpieza tiene su lugar: Acostúmbrate a darle un sitio específico a cada instrumento que usas para el aseo del hogar, de ser posible, lejos de alimentos, vajillas y utensilios de cocina, pues aunque parezcan inofensivos, una esponja o una bayeta sucia puede volverse un caldo de cultivo de bacterias.
Nota: No olvides desinfectarlas a menudo con lejía, lávalas con agua muy caliente y déjalas secar al sol.
- Lava las toallas y ten una propia: Lávalas semanalmente con agua caliente y agrega media taza de bicarbonato al detergente de uso común, además, añade una taza de vinagre como reemplazo del suavizante comercial y deja que se seque muy bien antes de volverla a usar. Y recuerda, a pesar de que suene —o se lea— egoísta, ¡la toalla personal no se comparte con nadie!
- Evita acumular platos en el fregadero: ¿Dejas vacío el fregadero antes de ir a dormir? S la respuesta es un “no” ¡Deberías empezar desde hoy mismo! Aunque no lo parezca, en la pila de utensilios sucios puede habitar cientos de miles de bacterias ¡Incluso más que el mismísimo inodoro!
- Limpia lo que tocas a diario: El mando de la TV, el mouse y el teclado del ordenador, el móvil, la tableta, los controles de las consolas de videojuegos, el reloj, las gafas, los pomos de puerta y encendedores. ¡No tienes idea la cantidad de microorganismos nocivos que habitan en ellos!
- Desinfecta el cepillo de dientes a menudo: Casi todos sabemos que lo adecuado es cambiarlo cada 3 meses, no obstante, no muchos desinfectan su cepillo dental habitualmente, ni siquiera después de superar una gripe, amigdalitis o alguna otra infección. Basta con dejar la parte de las cerdas en remojo con agua muy caliente, con vinagre blanco o simplemente con enjuague bucal.
Llevando a cabo estas simples e indispensables prácticas estarás evitando una gran cantidad de infecciones, alergias y hasta problemas de piel. Inclúyelas en tus hábitos diarios y no dudes en recomendarlo a quien creas que lo necesite. ¡La prevención comienza en los pequeños actos!