El panorama inmobiliario y de vivienda actual está cambiando profundamente en España gracias al auge presentado por las fincas rústicas y la excelente capacidad de inversión que este tipo de solución inmobiliaria ofrece. De allí que los grandes inversores hayan colocado sus ojos sobre el campo español como una perfecta alternativa a las inversiones inmobiliarias tradicionales como lo son las construcciones de ladrillo.
Las elevadas rentabilidades con relación al riesgo y a la inversión involucrada en este tipo de propiedad permiten que las carteras de inversión se diversifiquen, además de una relativa tranquilidad con respecto a la volatilidad del mercado inmobiliario rural, lo que al final entrega mucha tranquilidad a los tenedores de bienes inmuebles relacionados con las fincas rústicas y a suelos rurales.
Las inversiones en fincas rústicas se incrementan
La búsqueda de refugios en los campos mantiene una tendencia que se ha mantenido en alza, inclusive con inversores de altísimo calibre a nivel mundial, siendo un claro y categórico ejemplo el multimillonario Bill Gates, quien se ha convertido en el hombre poseedor de mayor cantidad de tierras en los Estados Unidos y un claro ejemplo e indicativo de hacia donde se dirigen las inversiones a futuro de los grandes inversores.
Esta tendencia no ha pasado desapercibida en España donde los activos rústicos se han posicionado en el radar de los inversores y es que se han multiplicado por 15 el número de grandes fondos de inversión que han decidido colocar su dinero en terrenos catalogados como agrícolas. Además de las inversiones personales de muchos pequeños tenedores que están en la búsqueda de la tranquilidad que ofrece el campo y el pleno contacto con la naturaleza.
Los fondos de inversión apuestan por las fincas rusticas
Los grandes fondos de inversiones en España están dominando el panorama de las tierras de campo, de las fincas rústicas y de los suelos rurales, sean urbanizables o no. Y los agricultores en contraparte están abandonando o deshaciéndose de sus tierras por la contracción económica que ha reinado en los últimos años por culpa de la pandemia, de la crisis económica, del incremento de los precios de los combustibles y sin lugar a dudas de las repercusiones de la guerra.
Los inversores están apelando al activo fundamental de la humanidad: La Tierra, esta se basa en los recursos naturales básicos y fundamentales para la alimentación y la vida humana y por ende es una razón fundamental para que no sufra devaluaciones importantes. Y el auge español se debe a que España es uno de los principales productores de alimentos de la Unión Europea, con una gran capacidad de producción de productos agroalimentarios disponibles.
Un sector perfecto para una sólida inversión
Los expertos afirman que no existen muchos sectores que logren ofrecer tanto como el de las inversiones de las fincas rústicas y de los terrenos rurales y agrícolas, porque simplemente es un sector que combina variables de un gran interés para cualquier inversor, como por ejemplo una sólida rentabilidad con una gran resistencia a los problemas inflacionarios y el gran atractivo que representan las ayudas gubernamentales ofrecidas.
Los valores de estas propiedades están determinados por el tipo de cultivo y por la potencialidad de acceso al agua, siendo España tenedora de al menos 4 millones de hectáreas con regadío y la posibilidad de acceder a cultivos de gran rentabilidad como los frutos secos, olivos, viñedos, frutas tropicales y plantaciones de cítricos. Manteniendo valores máximos por hectárea de 150.000 euros y mínimos de 40.000 euros en dependencia del cultivo establecido.
Es entendible que por culpa de todas estas positivas condiciones se hayan visto grandes incrementos en las fincas rústicas y en los terrenos de cultivo, sobre todo entre los grandes fondos de capital quienes han estado incentivando sus incursiones en esta rama de negocios desde el 2015 y que en la actualidad han logrado hacer crecer este negocio relacionado con la explotación agrícola y ganadera de las tierras y suelos rurales y de las denominadas fincas rústicas.