El jamón ibérico es la cumbre de la exquisitez culinaria de la península ibérica. Su proceso de elaboración y calidad se reflejan en la información proporcionada en la etiqueta y las bridas que lo acompañan.
Estos distintivos permiten a los consumidores conocer detalles esenciales sobre este alimento, su procedencia, y la calidad del jamón que están adquiriendo. Queremos saber qué nos cuentan las etiquetas del jamón ibérico según sea negra, roja, verde y blanca, y también si un jamón sin etiqueta es necesariamente de menor calidad.
Etiqueta negra para el ‘top’ del jamón ibérico
Para que quede claro y por marcar un punto de partida en esta escala de calidad del jamón ibérico, hablemos de la etiqueta negra que es la que certifica que el jamón es 100% ibérico de bellota, lo que significa que el cerdo ha sido criado con una dieta exclusiva de bellotas y pasto en la dehesa, y pertenece a la variedad pura de la raza ibérica.
Es decir, es la máxima calidad del jamón ibérico y, por supuesto, el más caro por peso. Este tipo de jamón se destaca por su sabor intenso y jugosidad gracias a su infiltración de grasa, resultado de una larga, meticulosa y lenta curación en bodegas naturales durante 48 meses.
Los otros colores de etiqueta que hablan de la producción y calidad del jamón
Desde el top de la etiqueta negra, si comenzamos a desescalar, en el siguiente nivel nos encontramos el jamón ibérico con etiqueta roja, que es aquel que proviene de cerdos con un 50% de raza ibérica y se ha alimentado principalmente con piensos, aunque también han tenido acceso al pasto. Aunque no alcanza el mismo nivel de excelencia que el 100% ibérico de bellota, puede ofrecer un sabor agradable y textura apetecible a un precio más accesible.
De ahí pasamos a los jamones con etiqueta verde, que son producto de cerdos ibéricos cruzados con otras razas, principalmente Duroc, y se han alimentado principalmente de piensos. Aunque su calidad no alcanza la del jamón ibérico puro, aún pueden ser una opción deliciosa y asequible para los consumidores.
Por último, si encontramos con la etiqueta blanca, significa que el jamón no cumplen los requisitos para ser considerados como jamón ibérico y son, en su mayoría, jamones de cerdos blancos, es decir, no ibéricos. Estos jamones son una buena opción para tu desayuno diario, si tomas tostadas con jamón, o para bocadillos sin tener que gastar mucho, ya que pueden ofrecer un sabor bastante aceptable a un precio muy bajo.
Un jamón ibérico sin etiqueta también puede ser un jamón ibérico
Es cierto que un jamón ibérico sin etiqueta no implica necesariamente que sea un jamón de baja calidad. Algunas de las razones para que un jamón ibérico no tenga etiqueta pueden incluir aspectos logísticos, errores de etiquetado o incluso el cumplimiento de estándares locales en determinadas zonas, como el peso o la edad. Además, pequeños productores o artesanos que siguen métodos tradicionales pueden no contar con los recursos para obtener las certificaciones adecuadas, pero esto no disminuye la calidad del producto.
Qué tiene un buen jamón ibérico que no tengan los demás
Un buen jamón ibérico se caracteriza por su sabor delicado y exquisito, su textura jugosa y su aroma penetrante. La carne debe presentar un color rojo intenso y estar bien infiltrada de grasa, lo que le proporciona su sabor y suavidad distintivos. La curación adecuada es esencial, entre 36 y 48 meses, ya que contribuye a la concentración de sabores y garantiza la seguridad alimentaria del producto. Aunque más allá de etiquetas y sabiduría sobre el jamón, cada cual tiene su gusto y la mejor forma de saber si el jamón está bueno para ti, es disfrutando de un buen plato.