Seguro que tu también has escuchado mil veces la cantinela de lo malo que es abusar del consumo de carnes rojas, si lo que se pretende es llevar a cabo una alimentación saludable y equilibrada.
Sin embargo, no todas las carnes tienen que pasar por un juicio tan duro. En el caso de los embutidos, que entran en la misma categoría, dos auténticas joyas gastronómicas están tomando protagonismo por sus beneficios saludables: el exquisito jamón y el delicioso lomo ibérico.
El lomo y el jamón, ibéricos con poco contenido graso
El lomo y el jamón ibérico o serrano, llevan algún tiempo destacando como opciones más saludables dentro del universo de las carnes procesadas, ya que se trata de alimentos que se distinguen de otras carnes y embutidos por su menor contenido graso.
Si hablamos en el idioma de los número, encontramos que el jamón ibérico presenta un aporte calórico de 365 kcal, acompañado de 31,2 gramos de proteína y 20,4 gramos de grasa. Por su parte, el lomo ibérico se alza como una opción aún más ligera, con 283 kcal, 33,3 gramos de proteína y 15,50 gramos de grasa.
No corras a inflarte de jamón y lomo ibérico, que tampoco es como para eso
El jamón y el lomo ibérico son dos de los productos elevados a la caregoría de ‘delicatessen’ en el mundo de la carne y de la gastronomía tradicional española, después de ver sus porcentajes de grasa y calorías ¿podemos entregarnos a estos embutidos sin restricciones? La respuesta, lamentamos decirlo y no es solo por ti, es un rotundo «no». Los especialistas enfatizan en que su consumo debe ser moderado. En este sentido, las directrices de la OMS sugieren no superar los 50 gramos al día.
Si el jamón no es ultraprocesado, podemos tomar un poco más
Otro de los puntos a favor del jamón, tanto serrano como ibérico, es que no cae en la categoría de ultraprocesados cuando su proceso de curación es tradicional. Esto sugiere que este embutido es más benévolo para nuestra salud en comparación con otros, aunque, podemos aumentar un poco la ingesta, tampoco debe ser consumido en exceso.
El consejo de oro aquí es siempre optar por las partes más magras y con una curación tradicional de estos embutidos, y no sobrepasar su consumo a más de cuatro veces por semana. Como en todo, el equilibrio es la clave que nos guiará hacia un disfrute de estos deliciosos productos de una manera equilibrada y saludable.