Si sabemos cuáles son los alimentos que forman parte de una dieta saludable y cuáles son los que, a cambio de un poco de placer inmediato y momentáneo, nos llenan de sustancias poco favorables para nuestro organismo, ¿por qué siempre acabamos atiborrándonos de los segundos?
Es fácil resistirse a comer ensalada o arroz integral, sin embargo, cuando hablamos de comidas grasas como una pizza con su queso fundido, o dulces como un buen trozo de tarta de chocolate o bebidas azucaradas, la cosa cambia. Nos lo comemos, muchas veces, hasta sin hambre.
Por qué nos cuesta resistirnos a los alimentos menos saludables
Ni que decir tiene que darnos un pequeño capricho en nuestra dieta equilibrada de vez en cuando no debe suponer ningún problema para la salud. Es más, algunos nutricionistas incluso lo recomiendan. El problema es cuando el menú semanal comienza a parecerse al de un piso de estudiantes.
Pero por qué es tan fácil caer en la rutina del azúcar y las grasas. La falta de voluntad para seguir una dieta equilibrada o la falta de una educación alimenticia pueden estar relacionadas con esto, pero se trataría de una explicación demasiado simple, e incluso, bastante injusta.
Son alimentos pensados para que no podamos resistirnos
Supongo que todo el mundo habrá visto alguna vez experimentos relacionados con el funcionamiento estimulo-respuesta de los placeres. Esos momentos efímeros que nuestro cerebro entiende como minipremios y que hacen que volvamos siempre a por más.
Esto hace que caigamos con facilidad en adicciones con cualquier cosa que nos provoque una experiencia placentera. Cuanto menor calidad de vida o placeres tenemos a lo largo del día —por pasar demasiado tiempo trabajando, por ejemplo— más fácil resulta caer en la tentación de darnos uno de estos «premios».
Sin embargo no es solo una cuestión de voluntad, es que su composición, alta en azúcares y grasas, activa nuestros sensores y neurotransmisores relacionados con el placer para que no podamos decir que no. Están especialmente diseñados con este propósito.
¿Qué provoca este efecto irresistible de los alimentos?
Existen varios motivos y funciones que estos alimentos cumplen dentro de nuestro organismo y que los convierten en extremadamente placenteros. Para empezar, algunas de esta comidas actúan como una morfina al tener la capacidad de excitar los puntos de placer del cerebro. Este principio es uno de los principales argumentos contra la «comida basura» en los colegios de Estados Unidos, por ejemplo. Alimentos como el chocolate, el queso, la carne y los que abundan hidratos de carbono simple liberan en el centro cerebral del placer sustancias parecidas a los opiáceos.
Por ejemplo, en un estudio realizado en Princeton, alimentaron ratas con una dieta compuesta por un 25% de azúcar, al retirársela, los animales mostraron los síntomas de un síndrome de abstinencia, como ansiedad, temblores y castañeo de dientes, lo que llevó a comparar el efecto en nuestros sensores de placer de lo alimentos con alto contenido en azúcar con el que provocan las anfetaminas.
Por otra parte, la industria de la alimentación es conocedora de estas cualidades en algunos alimentos y no duda en explotarlo. Siguen creando productos que juegan con los niveles de los nutrientes adictivos y, además, no dudan en darle prioridad en su inversión en publicidad al bombardeo constante de estos.
Algunos sabores podrían provocar calma y reducir la ansiedad
La medicina tradicional china sostiene que estados de ánimo como la depresión, la ansiedad y la irritabilidad pueden ir acompañados de una preferencia por lo dulce, mientras lo salado indica sufrimiento por miedo. Por lo tanto, los alimentos con esos sabores podrían actuar sobre estos estados anímicos relajándolos. En caso de que se note una preferencia exagerada por un alimento o sabor concreto y se observen cambios conductuales en el momento de la ingesta, lo recomendable es tratar de no reforzar ese estímulo y tratar de ir introduciendo alimentos variados en sustitución de los que nos afectan de esa manera.
Los estímulos o las connotaciones que nos aportan algunos alimentos pueden provocar reacciones de calma al tomarlos. Se ha comprobado que una situación de nerviosismo, ansiedad, tristeza o desamparo, puede calmarse con algunos alimentos. Como la imagen clásica de la tarrina de chocolate tras romper una relación sentimental.
Es necesario poner freno a la dependencia
Si comenzamos a notar que nuestra dieta gira en torno a los alimentos grasos y lo carbohidratos de absorción lenta, es decir, estás abusando de los fritos, la pasta, comida rápida como hamburguesas y pizzas o los dulces, es importante que tomes conciencia de la necesidad de parar ese bucle.
Para empezar el día con una actitud de alimentación saludable, es muy importante hacerlo en el desayuno. Un desayuno completo con cereales integrales, fruta y lácteos puede ayudarnos a no pensar en comer hasta el mediodía y evitar el picoteo de chocolatinas o patatas fritas. A partir de ahí se trata de mantener esta línea en la mayoría de las comidas.
Dedica tiempo a cocinar y elabora un plan de comidas saludables semanal. No dejes ninguna comida a la improvisación y a la tentación de encargar comida rápida o echar un par frituras precocinadas a la freidora. Lo demás es saber medir las calorías y cantidad de nutrientes que ingieres, evitar los atracones —excepto en ocasiones especiales de manera puntual, claro— y hacer deporte. Aficionarse a una rutina de deporte es la mejor manera de que tu cuerpo te pida exactamente lo que necesitas.