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Cuidado con la alimentación silenciosa: Cómo los cambios en nuestros hábitos alimentarios pueden afectar nuestra salud

Se trata de un cambio de hábitos de alimentación como consecuencia de la pandemia, el teletrabajo y el encarecimiento de los alimentos

Alimentación compra silenciosa

Las convulsiones sociales vividas en los últimos años han provocado cambios profundos en nuestros hábitos diarios. Uno de los más afectados ha sido la alimentación. Lo que comemos, cómo comemos, con quién, etc. ya no es igual, según ha comprobado un estudio reciente de de la Fundación MAPFRE y la Universidad CEU San Pablo, titulado ‘Alimentación en la sociedad del siglo XXI post pandemia: Decisión alimentaria’

Las razones de los cambios habría que empezar a buscarlos en la pandemia, el teletrabajo o el aumento del precio de la cesta de la compra. Esto ha provocado que comamos solos o viendo una pantalla, que dediquemos más tiempo a cocinar y que prefiramos los supermercados a los pequeños comercios.

¿Qué es la alimentación y compra silenciosa?

El termino hace referencia a un cambio de hábito socialmente significativo. Las relaciones de sociabilidad que normalmente se dan cuando hacemos la compra en un mercado, en el que normalmente se tiene más cercanía tanto con las personas propietarias del comercio como con la clientela, se pierden en el supermercado.

alimentación compra silenciosa mercado
Al hacer la compra en el supermercado, se tiende a la soledad y se pierden las relaciones de cercanía del mercado

También hay que considerar esta compra silenciosa cuando adquirimos los alimentos y productos de manera virtual o en los establecimientos automatizados en los que somos nosotros mismos quienes pasamos los códigos de barra por el cajero después de haber entrado y paseado por el supermercado sin dar ni los buenos días.

Motivos y consecuencias negativas de la alimentación silenciosa

El cambio de hábitos no es algo que haya sucedido de manera azarosa. Los supermercados concentran toda la variedad de productos y alimentos en una zona más reducida que si acudimos a los puestos del mercado o que si recorremos el barrio tienda por tienda.

Por otra parte, las tiendas especializadas suelen ofrecer un producto más fresco y el género suele venir de un solo proveedor con lo que solo hay un precio por cada producto y suele ser más caro que la variada oferta de calidades y precios del supermercado, incluso después del aumento del precio de los productos. Por lo tanto, se trata de un ahorro de tiempo y dinero, que viene acompañado de un sacrificio de la calidad de lo que y del cómo lo compramos.

Nuevo hábitos al comer

No solo en cómo hacemos la compra se basa la compra silenciosa. Hablamos también de alimentación silenciosa porque, según recoge el estudio, solemos desayunar en soledad, incluso cuando lo hacemos en un entorno social como el comedor de nuestro lugar de trabajo en el que cada vez más preferimos el entretenimiento a la carta de nuestro teléfono con auriculares a la conversación con los compañeros.

El catedrático Gregorio Varela, investigador principal de este estudio, teme una pérdida de identidad, ya que hacemos el 60% de las comidas en soledad y todo apunta a que acabaremos aceptando este hábito de alimentación más propio de sociedades individualistas que de la cultura mediterránea, caracterizada por las comidas en compañía de las personas de nuestro entorno. Varela añade que «además, sabemos que cuando se comparte la comida, la calidad nutricional de la dieta es mejor, sobre todo para las personas mayores«.

El tiempo que dedicamos a comer también es importante

El tiempo que dedicamos a comer también ha perdido con los nuevos hábitos de alimentación. Especialmente en el caso del desayuno. El desayuno es la primera comida y para un buen rendimiento físico y mental durante lo que dure la jornada debe aportar el 20% del total de los nutrientes del día. Un porcentaje de cada grupo de nutrientes. Y para ello se necesita dedicarle tiempo y saber qué estamos comiendo.

Sin embargo, solemos dedicar de media solo un cuarto de hora y muchas veces tomamos cualquier cosa que nos quite el hambre y salimos corriendo, algo que además estamos transmitiendo a las nuevas generaciones. Solo los fines de semana, en caso de no trabajar, nos lo tomamos con más calma, algo a lo que ya nos podríamos referir como comer «a la antigua».

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