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Aprende a aplicar la colorimetría a tu hogar este otoño

Profundizar en el mundo del color puede ayudarte a mejorar tu imagen o la decoración de los diferentes espacios de tu vivienda

En el personal styling o asesoría de imagen, la teoría del color nos indica si somos cálidos o fríos en la ropa y el maquillaje, qué tipo de metales y accesorios nos van, cuál es la paleta que transmite quiénes somos y que nos hace ver y sentir mejor. Ahora bien, si aplicamos la colorimetría a nuestros espacios personales, podríamos descubrir lo que expresa el color sobre la personalidad y el ambiente de nuestra casa. ¿Te apetece conocerlo?

No cabe duda de que profundizar en el mundo del color puede ayudarte a mejorar tu imagen o la decoración de tus espacios. Y hablar de teoría del color, es hablar de colorimetría, ciencia que estudia el color y nos invita a descubrir qué tonalidad se corresponde con cada uno de nosotros, dado que cada individuo cuenta con un perfil cromático preciso que está definido y caracterizado por determinados parámetros como nuestro color de piel, de pelo o de ojos y el contraste que se genera entre ellos.

Colorimetría para el otoño

No obstante, para entender mejor la colorimetría debemos fijarnos primero en la naturaleza, en la cual se albergan todos los colores del mundo, y la teoría de las estaciones. Las cuatro estaciones del año se corresponden a cuatro clasificaciones o grupos tonales que, a su vez, pueden caracterizarse por sub-variantes más específicas. Esta guía de color nos permite comprender mejor a qué estación pertenece y cuáles son los matices con los que nos sentimos identificados.

comedor con cocina colores de otoño

Según la colorimetría, el otoño, estación que acabamos de comenzar, se trata de una estación fría en la que predominan los colores cálidos como el verde oliva, el mostaza, el naranja o el marrón. La primavera, por su parte, es una estación ligera donde premian los colores cálidos y brillantes, y en esta paleta se encuentran tonos como el verde brillante, el color colorar o el amarillo soleado. El verano, estación también ligera, cuenta con colores de referencia son más fríos y suaves, con tonalidades más bien pastel como el rosa empolvado, el azul bebé o el verde menta.

Finalmente el invierno, la estación más fría del año, está caracterizada por los colores fríos y atrevidos y a su vez las tonalidades oscuras. Muestra de ello son el azul eléctrico, el morado, el magenta o el esmeralda. Para entender mejor la colorimetría, debe tenerse claro que existen dos paletas naturales de colores que pueden dividirse entre paleta de colores cálidos y paleta de colores fríos. A través de estas dos clasificaciones básicas de los colores podremos comprobar qué tonalidades nos favorecen más si hablamos de moda o estética, o qué colores combinan entre sí en el caso de la decoración.

Además de las paletas de colores cálidos y fríos, está el blanco que siempre aportará luz y el negro que oscurecerá. Teniendo en cuenta la temperatura de los colores (cálidos o fríos) y su intensidad (saturados, brillantes, tenues o suaves) podremos obtener distintas combinaciones con las que podremos jugar en cada caso y potenciar nuestra imagen. Para interpretar la paleta de colores, bien sea cálida o fría, debemos fijarnos en el círculo cromático.

La paleta de colores cálidos es aquella que se sitúa en la mitad superior del círculo cromático. Esta gama de colores va del rojo al amarillo, pasando por naranjas, marrones y dorados, y se le denomina cálido por dos motivos: el primero es por la sensación térmica que se produce en nuestro cerebro al verlo; la segunda es por su composición, es decir, cuanto más rojo tenga un color más cálido será. Estos colores se caracterizan por ser dinámicos y acogedores, pero también por transmitir cercanía, entusiasmo, intimidad, vitalidad, alegría y mucha pasión, aunque a veces pueden incluso llegar a relacionarse con el peligro.

A diferencia de los colores cálidos, la paleta de colores fríos se relaciona con una temperatura más baja y están situados en la mitad inferior del círculo cromático. Son los tonos que van desde el azul hasta el morado y el verde, es decir, cuanto más azul tenga la composición del color, más frío será. Está asociada a la serenidad, la paz, la lejanía y la calma, aunque también puede relacionarse, según la psicología, a la soledad o la tristeza. Los colores fríos transmiten sensación de tranquilidad y de profesionalismo.

El color en tu casa

Gracias a la colorimetría podemos realizar un análisis de color que puede aplicarse tanto a la moda y a la cosmética, como al interiorismo y al mobiliario. Y es que el uso creativo del color siempre llama la atención. Y este no solo está en las paredes o en accesorios y complementos textiles. Los más osados podrán incorporarlo en murales, incluso el techo. Si se busca algo novedoso pero no muy atrevido, siempre se puede optar por enfatizar elementos que resalten la arquitectura, como las columnas, el interior de los arcos, las puertas o los vanos de las ventanas.

Una personalidad detallista y lúdica probablemente encuentre sentido a jugar con la paleta en lugares inesperados, como el interior de los armarios o de los cajones. Asimismo, el color también puede estar en elementos que no son permanentes, como en las plantas y flores que tenemos en casa. Y esto es hermoso pues nos permite transmitir distintas emociones cada vez y variar nuestros ambientes con su poder transformador.

La experiencia demuestra que solo con cambiar la paleta o las tonalidades de los espacios, podemos lograr una transformación total en el hogar. Un cambio que no es solo estético, pues genera atmósferas y despierta nuevas emociones. El nuevo espacio para trabajar, la sala de juegos, el recibidor…, cuando los ambientes son multiusos, dar con el color correcto puede ser un reto mayor. Sin embargo, a veces es cuestión de instinto. Atrévete a probar.

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